Un estudio del Centro de Investigación de la Infancia y la Adolescencia, derivado del Proyecto EMO-Child, revela que aquellos adolescentes con un uso problemático de las redes sociales tienen casi 4 veces más riesgo de estar presentando simultáneamente problemas de conducta alimentaria y casi 3 veces más de dificultades depresivas y de regulación emocional. La relación se potencia cuando los niños y adolescentes perciben que su vida es mucho más aburrida de lo que ven en redes sociales, algo que se asocia con una peor autoestima e integración social.
Este estudio, presentado en el 55º Congreso de la European Association for Behavioural and Cognitive Therapies, ha ganado el segundo premio del concurso de pósteres, al cual se presentaron alrededor de 400 trabajos.